La máquina, produce en ocho minutos una taza de 250 mililitros de la bebida.
Gracias al ingenio de dos jóvenes costarricenses, en pocos años los astronautas y hasta los turistas espaciales podrían sustituir el café instantáneo –calentado en microondas– por una tacita de café recién chorreado a 300 kilómetros de la superficie terrestre.
Aunque en principio ese disfrute sensorial no pareciera tener una gran trascendencia para la humanidad, resulta que esa primera impresión es equivocada.
El nuevo aparato puede tener enormes aplicaciones biomédicas y, por supuesto, comerciales.
Esta máquina se vale del agua caliente para hacer una infusión del café; es decir, para extraer del café los componentes orgánicos que son solubles en agua.
Para lograrlo, este invento tiene el enorme reto de controlar el flujo del líquido en un lugar donde el agua no tiende a caer por sí misma. Esto ocurre porque en el espacio no hay fuerza de gravedad que atraiga los objetos hacia el centro de la Tierra y entonces flotan.
“En el espacio el agua flota en forma de pequeñas esferas y tiende a adherirse a las paredes. Por eso, manipularla es muy difícil”, manifestó el ingeniero Ronald Chang, de Ad Astra Rocket Company –del astronauta costarricense Franklin Chang– y uno de los guías de los estudiantes en este proyecto.
“Aunque suene que es muy sencillo hacer una cafetera para llevar al espacio, lo cierto es que la ausencia de fuerza de gravedad hace que todo sea realmente muy diferente que en Tierra y complicado, sobretodo para lograr hervir el agua homogéneamente”, coincidieron los autores del invento Daniel Rozen y Josué Solano, estudiantes de Ingeniería en Mantenimiento Industrial del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC).
El mismo mecanismo que ellos utilizaron para hacer café puede aplicarse también para explorar los componentes de una planta en el espacio y buscar en ella sustancias que podrían servir de cura a enfermedades como la malaria, el Chagas o incluso el cáncer.
Por eso, a partir de ahora, el diseñador industrial Samir Zaglul (del TEC) y el farmacéutico Franklin Binns (de la Universidad de Costa Rica) ya están investigando cuáles plantas nacionales tienen propiedades especiales para crear un infusor especializado y analizar sus cualidades en el espacio.
Anatomía del aparato.
La llamada ‘cafetera espacial’ está divida en tres partes fundamentales de unas 30 piezas distintas cada una. En el diseño de estas participaron estudiantes del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA).
Primero, para iniciar la preparación del café se necesita agua. Este líquido está contenido en el tanque de agua normal de la nave o de la estación espacial –en donde esté el aparato–. Una tubería especial agarra el agua y la conduce a la ‘cafetera espacial’. Ingresa a través de una válvula frontal.
Luego, el líquido es conducido a la parte superior del aparato donde se calienta hasta los 90 grados celsius. Se seleccionó esta temperatura porque es la considerada por los expertos como la óptima para obtener café de altísima calidad.
La segunda parte del infusor (al centro) consiste en el contenedor donde el agua caliente pasa a través de un sobre especial sellado que contiene dos cucharadas de café molido, aproximadamente. Este sobresito cumple la función de un filtro normal de coffee maker .
En la tercera parte de la cafetera espacial (la base de este) se ubica el contenedor donde se recolecta el café recién chorreado. El producto obtenido es una taza con 250 milimitros de café. Todo el proceso para preparar una tasa de café dura solo ocho minutos.
Este infusor mide 50 centímetros de alto y pesa cinco kilogramos. Ahora está construido con acero inoxidable y aluminio, pero en el futuro se espera que se hallen materiales que lo hagan mucho más liviano.
“Trasladar un kilo al espacio cuesta por lo menos $20.000; de allí el apuro por alivianarlo”, puntualizó Rónald Chang. En las condiciones actuales, llevar la cafetera al espacio costaría ¢55 millones. Alejandra Vargas M. nacion.com/aldeaglobal Tu Café Espacio.
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